viernes, 26 de junio de 2009

Azúcar, flores y muchos colores



Lo que hago siempre antes de comenzar mi tarea (o durante) es que pongo las canciones de zero y heads will roll de los yeah yeah yeahs a todo el volumen que dan mis bocinitas y me pongo a brincar por todo el pasillo del segundo piso de mi casa, nunca hay nadie en la casa por esa hora.

Y soy feliz brincando y corriendo mientras estan esas 2 canciones de fondo. Pero, un día de la semana pasada simplemente la voz de Karen O no se sentía igual. No encontre el impulso inicial que siempre siento despues de mi rutina de 2 canciones. Algo estaba mal.

Me acoste en mi cama que se encontraba invadida por todos los planos de la materia que estoy llevando en los cursos de verano (geometría descriptiva). Algo no estaba bien conmigo, algo no estaba bien con el mundo.
Pero no tenía tiempo para mis divagues, de verdad tenía mucha tarea. Así que decidí hacer algo que tenía años que no hacía, hacer algo nuevo y enorme para poder pegarlo en la pared.

Primero pensé tomar el plumón negro grueso y hacer mis garabatos directo en la pared como hacía años atrás, pero recordé que tengo muchos pliegos de papel bond blanco de 60 x 90 que ya no use el semestre pasado.

Pegue el papel directo al suelo, y busque todo lo que sirviera para pintar. Acrilicos, plumones, crayolas, lapices y si hubiera encontrado baba de un caracol también la hubiera usado.
Me quite la ropa porque soy bien sexy...
...
...
haha ok no ¬¬
me quite la ropa porque es un peso, y quería sentirme libre en mi totalidad. Creo que así fluye mejor la inspiración. No estoy seguro, es la primera vez que lo hago.

Y así pues, empece a pintar. Pinte y pinte todo lo que había sentido en las últimas semanas.
No tenía nada en mente, sólo deje caer la pintura al papel.
He aqui el resultado despues de 2 horas que se me pasaron como minutos.


Lo despegue del suelo y lo pegue en mi pared.
Seguirá ahí hasta que me harte de verlo y quiera poner algo nuevo.
Después de eso empece a hacer mi tarea ahora sí con ganas de trabajar.
La noche transcurrió de una manera mucho más tranquila.
La moraleja de la historia es...
si un día sientes que algo les hace falta y no sabes que es, haz algo que no hayas hecho desde hace muchos años. Come un helado, brinca en un charco, juega el videojuego que más te encantaba de niño, busca en youtube videos del que alguna vez fue tu programa de tele preferido.... haz algo!

sábado, 6 de junio de 2009

Expectativas





¿Pasta o sopa?
Era la pregunta que Estela llevaba haciéndose durante los últimos 3 minutos mientras se encontraba parada frente a los anaqueles del supermercado.
Hoy es Sábado, lo que significa que hoy es noche de la cena especial que Estela prepara todas las semanas a su esposo, Manuel.
Espagueti será la entrada de esta noche.

Mientras revisaba todo el contenido del cochecito metálico, miraba al mismo tiempo la pequeña lista que llevaba en su mano.
Salmón - listo
Espagueti - listo
Alcaparras - listo
Queso gruyere - listo
Lechuga - listo
Champiñones - listo
Vino blanco - listo
Queso gorgonzola - listo
Queso mascarpone - listo
Velas con aroma a romero (que según el feng shui tienen efectos afrodisiacos) - listo
Los demás ingredientes necesarios para el espagueti, el salmón y el postre se encontraban en su casa.

Así pues, Estela iba camino a las cajas. El sonido que producía el andar seguro de sus tacones la hacían sentir que estaba en una gran pasarela. A pesar de contar con una gran belleza, a sus 30 años ese sueño de ser modelo parecía un poco imposible. Pero, ¿quién necesita de Milán o París si siempre puede contar con ese gran pasillo de supermercado con todas las miradas sobre ella.
Mientrás imaginaba todos los flashes que se desataban con cada paso que daba, vió a su derecha un stand de productos Maybelline. El lapiz labial water shine extra volume red hot fue lo que llamó su atención, a pesar de que no se encontraba en la lista decidió comprarlo, ya que esta noche tenía que ser especial.

Después de pagar, subió todas las bolsas a la cajuela y entró a su gran camioneta familiar. Aunque ella era la única persona que subía a ese vehículo ya que por el momento Estela y Manuel no habían podido tener un hijo.
Manejó un poco apresurada ya que todavía tenía que preparar la cena y arreglarse, todo esto mientrás Manuel se encontraba en casa de su hermano Alberto viendo algún partido de futbol.

Entró al fraccionamiento, para después llegar a su gran hogar. Bajó todas las bolsas lo más rápido que pudo y de inmediato empezó a cocinar.
Inició con el postre, debido a que es lo que necesita más tiempo de espera después de su preparación, el cuál sería crema de mascarpone y ron.
Siguió cada uno de los pasos que su mamá le había enseñado cuando era niña y cocinaban juntas las tardes de Domingo.

Decidió continuar con el espagueti, el cual sería preparado con salsa gorgonzola.
Busco el rayador, para el queso. La destreza de Estela en la cocina la hacían digna de trabajar en un gran restaurante de categoría internacional. Derritió un poco de mantequilla en su enorme estufa importada, agregando despues el queso rayado. Aún recuerda una de las primeras cenas que le preparó a su esposo cuando aún no sabía cocinar tan bien, que con el rayador se corto la yema de su dedo indice, haciendo que chorreara sangre en todo el platillo, tuvo que volver a empezar desde el principio.
Se dirigió a su alacena en busqueda de la salvia. Al no verla en primera vista vació lentamente todo el mueble, buscando por doquier sin poder encontrarla.
Se ha acabado la salvia. Tonta de ella, tonta de ella por no revisar si tenía salvia antes de decidir preparar esta receta, ¿qué es lo que iba a hacer ahora?
Tomó la decisión de en lugar de preparar espagueti con salsa gorgonzola iba a preparar Pasta Alfredo.

Sólo necesitaba nuez moscada, queso parmesano, nata y aceite de oliva; y la tonta de Estela esta vez sí contaba con todos los ingredientes necesarios.
Derritió la mantequilla y la nata, preparo el espagueti según como decía el libro de recetas de "golden housewives".
Para el salmón, primero preparó los hongos en un corte Brunoisse. Puso las hojas de lechuga con curry y aceite de oliva. Después sirvió los hongos en el mismo recipiente y los coloco entre los filetes del salmón, el cuál cubrio con el queso gruyere. Metiendo el platillo al horno precalentado.

Mientrás todos los platillos se preparaban corrió a su habitación para tomar un baño. Eran ya las 7 de la tarde y su esposo llegaría a las 8 como había prometido.
Después de unos cuantos minutos, salió de la ducha cubierta en vapor. Se sintió refrescada y alentada al saber que faltaba muy poco para tener esa gran cena especial con Manuel.

Esta noche era perfecta para usar el vestido Chanel negro. Aún sin maquillaje y todavía descalza, corrió a la cocina. Justo a tiempo para apagar la olla del espagueti, pero el salmón necesitaba un poco más de tiempo.
El sonido de los pies de Estela rezumbó en toda la casa mientras corría de nuevo a su habitación.
Se planchó el cabello mientrás se miraba al espejo, no pudo evitar sonreir al pensar en lo afortunada que era.
Los tacones Dior rojos de 10 centimetros siempre lucen espectaculares con ese vestido. Rompió el empaque de su nuevo labial, y mientras se lo aplicaba se sintió como la mujer más hermosa del planeta. Delineó sus ojos, un poco de chanel no.5 en su cuello y después de ponerse el collar que pertenecía a su abuela, estaba lista para disfrutar esta noche mágica.

Una vez más bajó las escaleras, ahora muy lentamente y tomando el barandal con mucha delicadeza. No porque le costara trabajo caminar con los tacones, más bien porque ahora mismo ella bajaba las escaleras de un gran palacio europeo en la cena real más prestigiosa del año.
Al terminar las escaleras dio un gran suspiro y fue hacia el comedor.
Puso el vino en una de esas cubetas especiales para vino que su hermana Patricia le dio como regalo de navidad, nunca supo si es que tenía un nombre especial esa cubetita. Empezó a colocar los platos, copas y servilletas en la mesa, con un gran cuidado en los detalles.
Miró el reloj y al ver que eran las 7:55 decidió que era un buen momento para prender las velas. Apago las luces y al encontrarse en una habitación unicamente rodeada por la luz de las velas, recordó su cumpleaños número 10, justo el momento en el que sopló las velas y ya se sentía como toda una mujer.
Mientras sacaba el salmón del horno ya veía a Manuel conduciendo con una gran sonrisa en el rostro, a tan sólo unas cuadras del hogar que habían construido juntos. Con un ramo de girasoles en el asiento del copiloto.
Y así pues, todo estaba listo para la gran cena especial salida directamente de una novela romántica que tanto le gustan a Estela. Ocupó su lugar en la mesa del comedor mientrás veía la puerta de entrada, esperando que Manuel apareciera en cualquier segundo.
El tiempo siguió avanzando poco a poco. Ahora veía el gran reloj de la pared mientras jugaba con sus dedos. Las manecillas no hicieron ninguna pausa y sin saber cómo, ya eran las 8:40 y no, Manuel no llegaba.
De seguro tuvo un contratiempo, no debía de tardar mucho más tiempo.
Ahora su mirada se perdió en la luz de las velas. Acercaba su mano a la llama, viendo cuanto tiempo podía resistir antes de tener que retirarla rápidamente.
9:15 y Estela seguía en su lugar, esperando a su amoroso esposo. Penso que ahora sería un buen momento para llamarle. Tomó su celular y marcó.
Un timbrido
Dos timbridos
Tres timbridos
Cuatro timbridos
Cinco timbridos
-Su llamada está siendo trasnferida al buzón...
Estela colgó el telefono.
¿Habrá tenido un accidente? ¿Que tal si fue asaltado, o quizás hasta secuestrado? Se hacía todas estas preguntas mientrás caminaba alrededor del comedor, aún iluminado únicamente con las luces de las velas.

Las llantas de un coche entrando a la propiedad sacaron a Estela de todos sus pensamientos. El motor fue apagado. Estela no sabía si su esposo iba a llegar sin su reloj, o tal vez con una abolladura en el Mercedes.
El sonido de las llaves y después la perilla de la puerta de cedro giró, se abrió muy lentamente.
Manuel apenas entró unos cuantos pasos, cerró la puerta. El silencio dominó todo el hogar.

-¿Estás bien? ¿Sucedió algo?
-Sí, estoy bien- Manuel habló tan bajo que apenas se pudieron escuchar sus palabras.
-Dios mío- espero unos cuantos segundos- me tenías preocupada. Pense que te habían asaltado. ¿Por qué no contestaste tu celular?
Manuel camino cabizbajo acercandose poco a poco a Estela. Ella seguía esperando una respuesta. Al llegar a ella, le dió un abrazo.
Estela, primero con los brazos colgando se quedó pasmada sin saber que hacer. Un instante después también lo abrazó.

-Manuel, estaba espantada. No sabía por qué no llegabas a casa.
-¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames?
Los ojos de Estela se abrieron como si hubiera recibido un impacto.
-¿Acaso eres una imbécil?- susurró Manuel al oído de Estela- Si te digo que no me llames, es porque no quiero que me llames.
Estela dejó de abrazar a su marido, pero él seguía con sus brazos alrededor de ella.
-¿Que no entiendes que tú eres mi mujer? Y puedo llegar a la hora que se me de mi pinche gana?
-Manuel...
Antes de que pudiera decir una palabra, Estela cayó al suelo después de un golpe en su ojo izquierdo.
-No digas ni una sola palabra. Estoy harto de vivir contigo. Estoy harto de que no eres lo suficientemente mujer como para darme un hijo.
Estela intentó levantarse. Primero apoyando el costado de sus piernas, quiso poner la mano derecha en la mesa de la sala que tenía junto, pero recibió una patada en el cuello, haciéndola romper el cristal.
Los restos de la mesa cortaron ligeramente su rostro.
-Manuel, ya por favor.
-De seguro te acuestas con alguien más, eres una perra desgraciada.
Estela sin saber que más hacer, se acostó en el suelo adoptando una posición fetal. Intentó no hacerlo, pero lágrimas empezaron a correr a lo largo de su rostro.
-¿Estás llorando?
Manuel se hincó para estar a la altura de Estela. Tomó su barbilla y la acercó hacía él.
-No quiero que llores -dijo en un tono fuerte- deja de llorar.
Estela no podía verlo a los ojos
-¡Que dejes de llorar! -La golpeo en el mismo ojo por segunda vez.
Cayó en su torso de nueva cuenta al suelo. Pero Manuel la levantó una vez más, puso su brazo izquierdo alrededor de su cuello, rodeándolo por completo.
Un golpe.
Dos golpes.
Tres golpes.
-No eres más que una sucia perra.
Manuel la empujo una última vez al suelo. Salió de la casa, se subió al Mercedes y se fue.

Estela, devastada en el suelo, siguió llorando durante toda la noche.
Pasaron varias horas hasta que decidiera levantarse a recoger los platos del comedor.